24 octubre 2004

Antes y despues de Paracelso

Desde tiempos inmemorables hemos vivido dentro de la incertidumbre de vivir en un limbo dentro de dos mundos: El de la vida y el de la muerte.
El hombre, al igual que cualquier otro ser vivo, es un ser cíclico, nace, vive, se reproduce y muere. Dentro de este ciclo natural, existen estados intermedios, a los que llamamos salud y enfermedad.
La salud la podríamos definir como un estado optimo en el sentido fisiológico y psicológico, en el cual nos sentimos en un nivel superior para realizar nuestras actividades cotidianas, para trabajar y producir lo máximo. Ahora bien la enfermedad, es su antitesis, un estado en el cual hay un “desequilibrio” de nuestro ser que nos impide el poder desarrollarnos de la manera más adecuada en nuestro vivir. Si deseamos verlo de una manera más metafórica, podríamos decir que es como una lucha constante entre dos titanes, que nos permiten sentirnos “sanos” o bien “enfermos”.
De esta manera, es que en Grecia (nuestra madre patria en el sentido intelectual), se forjaran múltiples corrientes de pensamiento acerca del que provoca que nos enfermemos. Es así como la más difundida es la de Galeno, que nos dice que nuestro cuerpo esta formado pro humores y que el equilibrio entre estos humores va a determinar nuestra capacidad para estar o no sanos.
Esta idea, al igual que la de muchas emanadas por los doctos de Grecia, tuvo gran influencia en el mundo antiguo, determinando de esta forma todo el acontecer de la medicina y de la forma de ejercerla de ese tiempo.

Las cosas siguieron así hasta que llega un ser visionario y anacrónico a su época, con nuevas ideas y teorías. Todo un revolucionario, tanto en sus pensamientos, como en su manera de plantearlos. Era Paracelso. Paracelso, era un empírico por naturaleza, investigador de la mineralogía y doctor en medicina. Pero tenia algo que lo hacia ser distinto a los demás intelectuales de su época. Su creatividad y su pensamiento sistémico, que lo lleva a buscar en conocimiento más allá de los libros de bibliotecas, encontrándolo entre la gente común y corriente.
Su afán por ver más allá y por no conformarse con la verdad de su tiempo, lo lleva a plantear sus ideas de una manera poco sutil. Mientras hacia clases en una universidad, quema los libros de Avicena, Celso y Galeno, diciendo: "en las correas de mis zapatos hay más sabiduría que en todos éstos libros." Otra forma de rebeldía, fue el que no enseñó en latín, sino en alemán, cosa inaudita entonces. (el latín era el idioma de la intelectualidad).
Criticaba con acidez la creencia de los escolásticos, procedente de los escritos del médico griego Galeno y que dictaba el paradigma médico imperante en esa época, de que las enfermedades se debían a un desequilibrio de los humores o fluidos corporales, y de que podían curarse mediante sangrías o purgas.
Paracelso por su parte, afirmaba el que las enfermedades se debían a agentes externos al cuerpo y que podían ser combatidas por medio de sustancias químicas.
De esta forma, Paracelso fue el primero en definir la vida del hombre como un proceso químico y en afirmar la necesidad de superar por procedimientos químicos los fallos en el desarrollo de este proceso, en los que veía la causa de las enfermedades.

Un nuevo paradigma surgió luego del cisma en la visión de enfermedad, provocada por Paracelso: La iatroquímica, una metateoría del area de la salud, que considera que todos los fenomenos organicos son de caracter químico.

Es gracias a este revolucionario y visionario, que como todos, solo es reconocido después de muchos años de su muerte, que nosotros, ahora en tiempos de la postmodernidad, hemos dejado de lado las teorías de los humores Galeno y basado todo nuestro saber farmacológico y nuestra forma de explorar el cuerpo en medicina, en la Iatroquímica.